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Reseña del libro "El acontecimiento" de Annie Ernaux


Excelsa. Fenomenal. Directa, sincera y entretenida. Así es la pluma de Annie Ernaux. Ella, tiene 82 años, es francesa y ganadora del Premio Novel de Literatura.


Este libro, es el primero que leo de ella, pero definitivamente vendrán a mí muchos más. Quiero leerla más y conocerla a profundidad.


Había visto que muchas de mis hermanas feministas lo recomendaban, quería saber por qué. Hoy lo tengo muy claro.


Annie nos recuerda en forma de palabras hermosas y reflexiones profundas que lo personal es político.


Que aquello que vivimos, experimentamos y sufrimos las mujeres, de alguna manera u otra, también impacta la vida de otras mujeres.


Que aquello que sufrimos en silencio, alguien más lo está sintiendo.


Y que cuando una alza la voz y rompe barreras, todas podemos atravesarlas.


El libro, lo encontré en el Gandhi de la T2 del aeropuerto de la CDMX, cuando regresaba de la boda en Puebla de mi amiga Andrea. Es muy cortito, lo terminé en un fin de semana, literal. Tiene 119 páginas.


¿Cómo lo podría resumir? Es el relato personal de una mujer joven de Francia de los años 60’s que toma la decisión de abortar. Pero, en ese momento estaba absolutamente penado, quien estuviese inmiscuido en el acto, desde la mujer, personal médico o quien apoyara, sería sancionado. Aun así, ella lo logra. Regresa 30 años después a revivir “el acontecimiento” a la ciudad donde todo pasó, porque se da cuenta que algo así, tenía que ser contado.


También, leer a Annie es ese recordatorio para quienes amamos la escritura de que, escribir de lo que nos pasa y sentimos, es el mejor regalo que podemos hacerle a nuestro público lector. Y podemos tener ese consuelo de que, cuando algo horrible nos pase, al menos podemos decir: escribiré sobre esto.


Además, es una deuda histórica que tenemos las mujeres, escribir sobre lo que nos pasa. Escribir lo que nadie quiere que escribamos, porque a nosotras nos importa, aunque al patriarcado, no. Vean la forma tan bonita en que lo dice Annie:


“El hecho de haber vivido algo, sea lo que sea, otorga el derecho imprescriptible de escribir sobre ello. No existe una verdad inferior. Y si no cuento esta experiencia hasta el final, contribuiré a oscurecer la realidad de las mujeres y me pondré del lado de la dominación masculina del mundo”.


Al leer “El acontecimiento”, las personas que estamos convencidas del derecho al aborto, vemos el relato como algo sincero y transparente y quienes están en contra, podrían empatizar con todo lo que experimenta una mujer al enfrentarse a un embarazo no deseado, al grado de llegar a sentirse, como ella lo expresa: “excluida del mundo normal”.


Annie no duda en dejar claro un statement que las feministas sabemos muy bien: la decisión de abortar es solo, solo de la mujer. Nuestro cuerpo, nuestra decisión.


También, me encantó que honra a quienes fueron clave en aquellas épocas obscuras para el avance de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, las “aborteras”: “Lo hacía por dinero, naturalmente, pero quizá también por un deseo de ser útil a las mujeres”. Ciertamente, en su valentía y transgresión del sistema, existía una feminista comprometida con la libertad de las mujeres. Qué hermoso. Vean esto:


“La mujer que se afana entre mis piernas, que me introduce el espéculo, está haciéndome renacer”.


Incluso, insinúa que debería existir un “museo de las aborteras” ¿se imaginan? Qué gran idea. Ayúdenme a conseguir los fondos y patrocinios y lo armamos.


Por otro lado, al contarnos la violencia de la que fue víctima en el hospital, Annie nos recuerda que la prohibición del aborto no deja de ser un recordatorio del mundo patriarcal y jerarquizado que habitamos: de los dominantes y los dominados.


Y para que las y los anti derechos se queden tranquilos, cuando una mujer decide libremente abortar, no solo en la gran mayoría de los casos no se “arrepiente” sino, en un futuro, su deseo de maternidad puede renacer con más fuerza, así lo expresa Annie: “hoy sé que debía pasar por esa prueba y ese sacrificio para desear tener niños”.


Este libro, también le ayudó a quitarse una culpa: “Me he quitado de encima la única culpabilidad que he sentido en mi vida a propósito de este acontecimiento: el haberlo vivido y no haber hecho nada con él. Como si hubiera recibido un don y lo hubiera dilapidado. Porque por encima de todas las razones sociales y psicológicas que pueda encontrar a lo que viví, hay una de la cual estoy totalmente segura: esas cosas me ocurrieron para que diera cuenta de ellas. Y quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse completamente en la cabeza y en la vida de los otros”.


Hay una parte, en la página 44 donde Annie comparte que le era imposible “imaginar que un día las mujeres pudieran decidir abortar libremente”, me da mucha alegría que hoy a sus 82 años lo puede ver en su país, Francia. Y en México, lo vemos en 12 estados y de alguna forma, en todo el país, debido a la resolución de la Corte que impide su criminalización.


Eso que pensamos que sería imposible, se está logrando. Y así será con todo.


Porque parafraseando a Ernaux, las mujeres tenemos el poder de “transformar la violencia sufrida, en victoria individual” (y colectiva).


Gracias por leer.

Con amor feminista, Yuli Zuarth.


Frases favoritas

  • Estoy embarazada. Es horrible.

  • No me parecía que mi cuerpo fuera intrínsecamente diferente al de los hombres.

  • Algo indecible y de cierta belleza.

  • Llevo años dándole vueltas a ese acontecimiento de mi vida.

  • Una noche soñé que tenía en las manos un libro que había escrito sobre mi aborto.

  • Quiero sumergirme de nuevo en aquel periodo de mi vida, saber lo que descubrí entonces.

  • Trataré por encima de todo de sumergirme en cada imagen hasta tener la sensación física de “unirme a ella”, hasta que surjan las palabras de las que pueda decir “eso es”.

  • Ya no vivía en el mismo mundo. A un lado estaban las otras chicas, con sus vientres vacíos, y al otro me encontraba yo.

  • No merecía la pena nombrar lo que yo ya había decidido hacer desaparecer.

  • Casi me parecía un milagro no haberme encontrado antes en esa situación.

  • Lo que estaba creciendo dentro de mí era, en cierto sentido, el fracaso social.

  • No me producía ninguna aprensión la idea de abortar.

  • No era necesario tener ningún valor especial para hacerlo. Era una desgracia común. Bastaba con seguir la senda por la que una larga coherte de mujeres me hacía precedido.

  • La cama estaba sin deshacer; había transcurrido casi un día entero. Es en este tipo de detalles donde uno puede apreciar cómo el desorden comienza a introducirse en su vida.

  • Que una chica como ella hubiera abortado me tranquilizaba.

  • Estoy desesperada. Necesito que esta cosa se vaya.

  • Esas mujeres a las que nunca conocí y con las que, vivas o muertas, reales o ficticias, y a pesar de todas las diferencias, siento que tengo algo en común. Son artistas, escritoras, heroínas y mujeres de mi infancia que componen una cadena invisible dentro de mí. Tengo la impresión de que mi historia es la de ellas.

  • Las chicas como yo estropeábamos el día a los médicos. Les obligábamos a recordar la ley que podía llevarles a la cárcel y prohibirles para siempre el ejercicio de su profesión. Pero todos debían de pensar que, aunque se nos impidiera abortar, encontraríamos al final una forma de hacerlo.

  • El cielo de las ideas se había convertido en algo inaccesible, me arrastraba por debajo de él con el cuerpo inmerso en la náusea.

  • Me apetecía tanto que hubiera hecho cualquier cosa por conseguirlo.

  • Algunos chicos me habían hecho soñar sin que ellos lo supieran.

  • Me ayudaba el hecho de saber que lo que me disponía a llevar a cabo ya lo habían hecho muchas mujeres antes que yo.

  • Ni él ni yo pronunciamos la palabra aborto ni una sola vez. Era algo que no tenía cabida dentro del lenguaje.

  • La escritura vuelve a ser una necesidad.

  • Ver con la imaginación o volver a ver por medio de la memoria es el patrimonio de la escritura.

  • A veces olvidaba que estaba embarazada de dos meses.

  • Deseando una única cosa, librarme del embrión.

  • No sé qué me deparará la escritura.

  • En mi situación, un peligro más carecía de importancia.

  • Me resulta imposible tratar de sentir ahora lo que debí de experimentar entonces.

  • Es una escena que no tiene nombre en la que la vida y la muerte se dan la mano. Es una escena de sacrificio.

  • Había traído al mundo una vida y una muerte al mismo tiempo.

  • Veo mis piernas extendidas al sol y cubiertas con unas medias negras, me parecen las piernas de otra mujer.

  • Me sentía ebria de una inteligencia sin palabras.

  • No sabía si había estado en el límite del horror o de la belleza. Sentía orgullo. El de haber llegado a donde a los demás nunca se les pasará por la cabeza ir.

1 commento


Pepe Arredondo
Pepe Arredondo
10 feb 2023

Que buena reseña, es un triunfo para la escritora el poder presenciar la legalidad del aborto, toda su lucha ha dado frutos, un trago muy amargo de pasar, el patriarcado, divide, mutila y mata, 80 años toda una vida, coincido contigo debe existir un espacio para esas mujeres valientes que asistieron y asisten, para hónralas por las vidas de más mujeres, que han salvado y siguen salvando, una fundación que las arrope en todos los aspectos que les empodera.

la frase que me gustó, tal vez mi contexto sea otro, aunque me identifico "en mi situación, un peligro más carecía de importancia, y carece de importancia trayéndolo ahora.

Gracias por compartir tu esencia en cada palabra, de nuevo pude comprender…

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