No les voy a mentir, este fue uno de esos libros que te llaman la atención por su título mientras das el roll en Sanborns viendo las novedades. Todo dejaba ver que había sido escrito por una mujer joven mexicana, que habla de las nuevas formas de amar, incluidas las relaciones abiertas.
Y en la contraportada se leía: “combina literatura, sociología y feminismo”
Bueno, ya sabrán cuál fue mi decisión. Es muy fácil enganchar a Yuli con esas palabras incluidas.
Y lo leí en prácticamente una semana, es un libro de 226 páginas muy llevadoras.
¿Por qué este libro llamó mi atención? Porque como la autora dice “las confesiones de un romance triste crean lazos” o si no, pregúntenle a dos mejores amigas que han pasado por una ruptura en el mismo momento. Ellas ya no son amigas, serán hermanas de por vida, a partir de ahora, un lazo muy fuerte las une.
Se fue el vato, pero llegó la hermana. Qué gran intercambio.
¿Besar a alguien es amarlo? Fue una de las tantas preguntas que la autora se hizo después de una de esas reuniones sociales donde la gente la veía raro y la cuestionaba al declarar que se encontraba en una relación abierta.
Entonces decidió hacer su propio manual para amar y compartirlo con el mundo, y eso es este libro.
Y si la palabra feminista se encontraba en la contraportada y eres una mujer mexicana, no puedes no escuchar a Marcela Lagarde y las enseñanzas que nos ha dado como como mujeres modernas amando. Y me alegra que la autora la incluya en muchas de sus páginas.
Justo una de sus primeras ideas se basa en dicha teoría de la maestra Lagarde: algunas mujeres en la actualidad, estamos viviendo y construyendo nuevas formas de amar, formas ya no basadas en la total dependencia económica. Y cuando besamos a alguien, besamos los prejuicios de siglos atrás, pero también besamos el deseo y la certeza de que las cosas “están cambiando”.
¿Por qué el amor es a la vez una fuerza creadora y destructora? Se pregunta Junco.
Dicen que hay un hilo rojo, pero para ella, “si duele, tal vez no sea hilo”.
Si siempre te has relacionado desde la monogamia (como es mi caso), te adelanto que vas a aprender algunos conceptos populares en las relaciones poliamorosas, por ejemplo, la ENR: Energía de Nueva Relación, que incluye las emociones y sensaciones que surgen al inicio de un nuevo vínculo, lo cual, desde la visión de la autora es tan adictivo que, por ello, algunas personas “no tienen empacho en dejar cadáveres emocionales en su camino con tal de obtener más”.
Enamorarse es adictivo.
Y en esta adicción y en esta destrucción (porque si hablamos de cadáveres emocionales es porque hubo muerte), adivinen quién sufre más.
Sí, está muy fácil. Nosotras. Las mujeres.
Porque como dice Lagarde y lo señala Junco “las mujeres se desbordan, los hombres se contienen” y nos hace una pregunta: ¿cuánto de nuestro tiempo hemos dedicado a pensar en amor en vez de en nuestras ambiciones personales?
Pero esta es una pregunta soft comparada con la evidencia estadística que nos demuestra: la mayoría de las mujeres presas no reciben visita alguna, mientras que la mayoría de los hombres presos son visitados por mujeres en nombre del amor romántico. Qué fuerte. Datos duros. Datos y estadística con perspectiva de género.
bell hooks dice que debería existir una escuela del amor. Junco plantea lo mismo al decir que debería existir una materia escolar de cómo querer con educación emocional, puesto que las relaciones humanas son de las cosas más relevantes de toda nuestra experiencia en este mundo.
Y cuando sientes que el amor se va (sientes, porque en realidad nunca se va) lo vives como una enfermedad, para la autora “como te puede dar cólera, te puede dar amor”.
Por otro lado, me encanta el análisis que hace del ligue y como destruye una canción de Arjona a quien llama “el ideólogo musical del machismo”, con su frase “Dime que no y yo veré un sí camuflajeado” y esto es tan grave que entonces, no nos sorprenda que un violador diga que lo hizo porque en el fondo “ella sí quería”.
Transitemos a formas de seducción “más consensuadas”.
“Nosotras sentimos que debemos aceptar; ellos, que deben insistir”, gracias al cielo y AL FEMINISMO pude desterrar completamente esta idea de mi cerebro y de mi vida, lo que me ha ahorrado innecesarios malentendidos, si no tengo intención de intentar algo con un hombre, ni siquiera (sorry) contesto su insistente hola y mucho menos aceptaría su amable invitación a salir. Es mejor dejar desde un principio claro que no tienes interés.
Otra idea que me voló la cabeza es que sugiere dejar de utilizar la palabra “conquistar”, porque el solo hecho de utilizarla en el terrero del amor, dice mucho, en una región del mundo que efectivamente fue conquistada (y saqueada), recordemos lo que leímos con Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”.
Y esa idea ha sido tan introyectada en nosotras, que en ese “glamour de la espera de ser elegidas” nos quedamos inertes sin mover un solo dedo, lo que muchas veces, como señala la autora, “deviene en el desamparo de que no pase”.
En cuanto a esta misma temática del ligue, compartió algo con los cual estoy segura muchas nos sentimos identificadas: existen solicitadores seriales en las bandejas de entradas, ¿de dónde salen todos esos hombres que lanzan botellas de “hola, hola, olaaa”, infinitos al mar de las redes sociales? Je, je me pregunto lo mismo.
En ese sentido nos invita a que “pensemos las interacciones en vez de que simplemente las emprendamos” ya que detrás de las pantallas, hay seres humanos.
Y por supuesto, aunque el ligue se dé de forma virtual, reproduce cuestiones de género, ya que las mujeres “ligan con toda seriedad porque el amor es cosa seria” mientras que los hombres “ligan por deporte porque el amor no debe ser cosa seria”.
Entre otras temáticas que aborda, es el desmontar los ideales de belleza inalcanzables, porque mientras eso no suceda, todas seguimos viviendo “bajo la eterna amenaza de la imposibilidad de ser amadas”, al mismo tiempo aborda la idea de la edad, porque nos hicieron creer que “las mujeres tenemos fecha de caducidad en el mercado del amor”.
Al grado de que cumplir años nos asusta y haremos todo lo posible por seguir pareciendo bellas y jóvenes.
También hace un análisis de las preferencias físicas (heteronormativas, racistas y pigmentocraticas) al momento de elegir compañeras y compañeros sexuales en las apps de ligue, al grado de que algunas personas en Estados Unidos escriben en sus descripciones “no asians and no blacks”, por ello, Junco sugiere como un imperativo el cuestionarnos los gustos como sociedad ¿preferencias o racismo?
La autora comparte que mientras practicaba una relación monogámica fue traicionada y eso dolió irremediablemente. Se sentía doblemente culpable: porque el no estar triste ante eso y ser feliz era su responsabilidad, entonces la doble culpa venía primero por no ser feliz y por fracasar en su esfuerzo de serlo.
Ante tal situación, llegó a la conclusión de que cargar solas con esa presión y responsabilidad es sumamente injusto, pues no debemos perder de vista la “matriz de las opresiones que nos rodean”, por ejemplo, comparte, que la violencia y el poder subyacen a los lenguajes del amor.
“No somos del todo dueñas de nuestra propia frustración”
Vivimos en un ambiente, en un contexto y nos relacionamos con personas que crecieron al igual que nosotras, en un ambiente injusto, violento y patriarcal.
Pero el alivio viene cuando comprendemos que, de ese dolor, vendrá una enorme potencia transformadora.
Habla también de los divorcios y su cada día más creciente presencia, analiza que tiene que ver con el capitalismo del amor
Oferta ilimitada: intranquilidad constante
Oferta ilimitada: insatisfacción infinita
Comparte la idea de Perel: “la gente ya no se divorcia porque no es feliz, sino porque podría ser más feliz”.
Para ir cerrando con la pregunta que nos interesa a todas y todos ¿monogamía o no monogamía? La autora, valientemente comparte muchas de sus experiencias personales en relaciones y cómo el sufrimiento, la hizo crear sus propias reglas y en ese momento “se le murió la inocencia y le nació la cólera”.
Aquí, nos deja una reflexión con análisis de género en las relaciones amorosas que me parece cruda, fuerte y reveladora, en este México feminicida: “En México es más probable imaginar a un buen amigo diciéndole al camarada cornudo algo así como “si yo estuviera en tu lugar, la mataba” que un, “no carnal, es tu cruz”.
Así como le decían a nuestras abuelas “es tu cruz”. Por ellas, por no tener que cargar nunca más con la cruz y porque no exista ninguna asesinada más en nombre del “amor” (que en realidad es control y poder), por eso luchamos.
Por eso queremos tener relaciones sanas, igualitarias y con vulnerabilidad de ambas partes.
Porque todavía, como dice Aura, sigue existiendo un “no tan sutil aroma a pertenencia, a ser objeto de alguien más, que nos recubre a todas y que se hace más pesado, más fétido, entre menos recursos tenga la mujer en cuestión”.
Porque la monogamia siempre ha sido opresión patriarcal y control sexual de las mujeres, quienes sí la cumplen, mientras los hombres la burlan. Y si ellas llegan a incumplirla, son castigadas. Y con esa firma se han cometido miles de feminicidios.
Y ya para cerrar, la autora nos regala la conclusión a la que llega en cuanto al poliamor. Para ella, aunque se vista de libertad, sigue teniendo más opresión para las mujeres, pues no se salva de las potentes cerdas del machismo, al final de cuentas, el poliamor se da en sociedades patriarcales, con individuos patriarcalizados.
El poliamor beneficiará a quienes más privilegios tienen de por sí ¿quiénes? Sí, los hombres. Las personas blancas, etcétera y se convierte en una extrapolación del capitalismo: lo uso, lo desecho.
Por ello cita e invita a leer a Brigitte Vasallo, para ella “es más poliamoroso tener amistades fuertes, vínculos de reciprocidad con los vecinos, que usar y desechar corporalidades”.
Y al final, tal como lo hizo hooks, nos ayuda a tener nuestra propia idea del amor, teniendo claro que es un acto político, pero siempre con la fe, la certeza, la claridad y la sinceridad de que queremos tenerlo en nuestras vidas.
Me encanta la idea colectivista y social de la autora, cita a Lagarde y a Beauvoir al dejarnos claro que no todo lo que nos pasa es nuestra culpa, no podemos dejar fuera, como ya vimos, las opresiones sistemáticas que forjan nuestras subjetividades.
Eva Illouz, a quien cita, ha estudiado el sufrimiento del amor, afirmando que “las fallas de nuestras vidas privadas, no son el resultado de psiques débiles, los altibajos y miserias de nuestra vida emocional están moldeados por mecanismos institucionales”.
Incluso desde el psicoanálisis crítico, que me encanta, todo lo que nos pasa, incluidos los traumas y las heridas profundas, vienen de afuera hacia adentro.
Todo es a la vez singular y colectivo. Nos han educado para aguantar relaciones injustas, a nosotras nos enseñan a dar todo y a ellos a recibir lo máximo. No es que “las mujeres elijan mal a sus compañeros o a los padres de sus hijos/hijas” el cómo nos han educado, hace que sea muy difícil relacionarnos con hombres.
Ellos se mantienen soberanos en las relaciones, mientras nosotras nos abandonamos. Ellos, al no querer el dominio sobre sí mismos se abrazan muy fuerte a su “mazapán de masculinidad”, se repliegan y se exigen a sí mismos no amar con plenitud.
Pero aun con todo esto y la volatilidad del amor, siempre nos brinda certezas y seguridad en un mundo en el que no te da ninguna.
Por ello, al final nos dice: amemos a seres humanos, no a ideales elaborados en nuestra mente.
Y nos invita también a dejar de precarizarnos entre nosotras/os mismos, a no desecharnos tan fácil, no huir al primer conflicto, recordemos que el amor requiere compromiso, trabajo, valentía y mucha disposición a la vulnerabilidad.
“No somos una x a la izquierda en Tinder”.
Somos personas. Sentimos. Amamos. Y podemos hacerlo cada vez mejor.
Gracias por leer, gracias por estar aquí.
Con amor, Yuli Zuarth.
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Que ame mañana quien nunca ha amado, quien ha amado que ame mañana – Pervigilium Veneris
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