Hola de nuevo, les abandoné por un largo periodo pero la verdad, pasé por una etapa de caos total. Se me juntó toda la carga de la chamba con la entrega final de mi tesis de maestría más una certificación en capacitación en materia de igualdad de género ante el CONOCER.
Por todo lo anterior, obviamente no tuve ni cinco minutos libres para sentarme tranquilamente a escribirles como me gusta, desde un estado de paz, tranquilidad para compartirles lo que los libros me enseñan.
Les cuento que compré este libro en Sanborns y nadie me lo recomendó, simplemente llamó mi atención por su portada bonita y un título atractivo.
Después leí la descripción detrás y me atrapó aún más: sería la historia de una mujer joven que sueña con ser escritora, tiene un trabajo que odia hasta que se decide a abandonarlo para seguir sus sueños y romper con la sombra de que la única historia de éxito en su familia era la de su hermano; también incluía un romance y por si fuese poco, todo transcurría durante un verano en Nueva York.
Luego, leí la mini biografía de la escritora y me emocioné aún más, decía esto: “Durante diez años escribió discursos sobre equidad de género en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo”.
Aunque ya saben que yo soy sincera con ustedes y la verdad, todo este preámbulo solo sirvió para crearme unas expectativas muy altas y me quedé con ganas de mayor profundidad. Sentí que se perdió demasiado tiempo en los líos románticos sin entrar de lleno a la personalidad y enseñanzas de la protagonista de la historia, nunca logré hacer click con ella ni sentir lo que sentía, o percibir lo que pensaba. Le falta mucha profundidad a la descripción de su protagonista.
Sin embargo, el mensaje que más rescato es el de librarte cuanto antes de todas las ataduras que te impiden empezar a dedicarte a lo que más te apasiona. Eve Rosen (la protagonista), deseaba con todas sus fuerzas ser escritora, pero, el miedo al qué dirán, el miedo a fallar, el miedo a que nadie la leyera y una serie de limitaciones personales que solo existían en su cabeza, le impedían empezar de una vez por todas a escribir. En cambio, como camino externo se dedicaba a trabajos parecidos como ser editora o asistente de un escritor, sin responsabilizarse por realmente empezar a cumplir su mayor deseo.
¿Cuántas veces no tomamos atajos que “se parecen” a lo que realmente queremos hacer por miedos y limitantes irracionales que solo viven en nuestra cabeza? Ese es el mensaje principal que rescato de este libro. ¡Incluso aprendemos a mantener ocultos nuestros talentos por miedo al qué dirán si los traemos al exterior! Trabajemos siempre y todos los días para construir nuestra confianza para crear.
Rescato un concepto que la autora utiliza: “sensación de posibilidad”, con ella nos debemos levantar todos los días, sintiendo que todo es posible, que todas las metas que viven en nuestra cabeza se verán materializadas con mucho esfuerzo y dedicación.
Aplaudo también que la autora señala algunas conductas sexistas que la protagonista de la historia vivía por parte de su mamá, su papá y algunos colegas de trabajo. Por ejemplo, escribe que sus padres pensaban que no importase que no tuviese tanto éxito, algún día llegaría un hombre que la mantendría. Ninguna niña debe crecer con esta idea, todas las mujeres merecemos ser autónomas e independientes. Son derechos que el sistema patriarcal nos ha negado por siglos.
Por otro lado, en cuanto a los escenarios, me gustaba cuando las y los personajes hablaban sobre libros y/o películas, caminaban por la playa con una plática profunda o se metían al mar de Truro. No disfruté tanto caos de las fiestas de disfraces y los líos amorosos.
Y precisamente en ese sentido, sí creo que pudo haber sido más concreta y dejar de lado un poco esta idea caduca de que las mujeres siempre estamos sufriendo por el amor romántico, el cual solo nos distrae de nuestros sueños y nos roba energía.
Las mujeres no tenemos por qué cargar con las emociones tóxicas de nuestras parejas, que ellos se responsabilicen, tomen terapia y rompan sus patrones machistas, nosotras suficiente tenemos con nuestros problemas. No somos centros de rehabilitación.
De ahí en fuera, para ser la opera prima de la escritora, es una pieza entretenida, fresca y divertida.
Por último, Karen nos comparte que hay dos formas de escribir: una para afuera (de historias, vivencias y sentimientos de otras personas), y para adentro (cien por ciento lo que tú pienses y sientas).
Yo te pregunto ¿y tú qué eliges escribir?
Gracias por leer.
Con amor Yuli Zuarth.
Frases favoritas
Pero ¿cómo podrías vivir y no tener una historia que contar?
Te ha besado el sol.
Tiene que haber fuego, no solo una brasa.
Todo el mundo aprecia los grandes saltos adelante, pero los pasitos de bebé nos pueden llevar igual de lejos.
Todos los días cuentan.
Me gustó tu reseña, no habia prestado tanta atención, es verdad nos sumergimos en otras cosas y no damos paso a lo importante, que bueno que tengas esa forma pensar de no ser centro de rehabilitación de tu pareja, desgasta mucho y al ultimo aumenta la carga de pendientes, Tengo rato que no escribo, dejé de escribir cuando mi mejor amigo falleció años atrás, talvez escribo pero solo para mi y al final le prendo fuego, lios amorosos y fiestas, son parte de crecer, se disfrutan entre el caos y el infierno, ya no cualquier lucecita me encandila, espero con añoranza tu proxima reseña, exitos y alegrías.