Tenía que hacer el viaje de nuevo. Junto a Elizabeth Gilbert. Tenía que recorrer de nuevo Italia, India e Indonesia a través de sus letras. Era el momento idóneo, mi espíritu lo necesitaba. Yo solo fui el medio que, con mis ojos, mis manos, mi concentración y las letras de Gilbert ayudé a mi espíritu a ir recorriendo junto a ella, ese viaje de sanación, autodescubrimiento y nuevos comienzos.
Y justo por eso, no quiero que llegue el 2023 sin compartirles esta reseña.
Tengo muchos más libros pendientes, pero mi intuición me dice que mis lectoras necesitan esta reseña, así como yo necesitaba releerlo, así que, aquí va.
Comer, Rezar, Amar es ese libro que nace del rompimiento, la vulnerabilidad, el quiebre y el dolor de una historia que no fue y de una vida que se desmorona, pero solo para tomar más fuerza hacia su renacer. Todo combinado con la valentía y sinceridad de la autora.
Fue en su momento, esa historia que le dio la vuelta al mundo en todos los idiomas, en dos versiones, tanto en la forma escrita con el libro y después, con la película, protagonizada por Julia Roberts.
Elizabeth pudo guardarse todo, pudo guardar con llave en un cajón muy recóndito de su corazón toda esa experiencia de dolor, enojo y crisis que le trajo su divorcio, la relación complicada que vino después, la pérdida de identidad e incluso un intento de suicidio.
Pero en lugar de eso, decidió tomar todo su dolor y convertirlo en un best seller. Qué inteligencia de su parte hermanas. Tomemos nota.
Hoy, mientras ustedes y yo estamos dándole vueltas a esa historia que no fue, ella sigue ganando miles de dólares por las regalías que le genera su libro (y seguramente los derechos de autora de su película), más todos los libros que ha escrito posteriormente.
Así que, no quiero con esto insinuar que no estamos siendo inteligentes si en lugar de llorar un ratito por la crisis que estás atravesando ahora (amorosa, laboral, familiar, de salud, etcétera) no estás convirtiendo eso en una creación que te genere regalías. No.
Porque es justo lo que nos enseña Elizabeth, que primero tuvo que vivir esa crisis, primero tocó fondo.
Tuvo que experimentar ese asfixiante dolor de llorar por horas en las madrugadas, tratando de entender porque su matrimonio no funcionó, ir con un psiquiatra para medicarse, tomar las medicinas, buscar incasablemente terapias alternativas, guías espirituales y (claro los privilegios que le permitían la movilidad), tomar sus cosas y emprender un viaje de un año por tres lugares distintos del mundo.
Y ella misma acepta su posición privilegiada: “He tenido una crisis de identidad, pero también tenía los recursos (económicos, artísticos y sentimentales) para procurar solventarla”.
Y eso es “Comer, Rezar, Amar”, son las vivencias de una mujer que estaba rota, después sanó, se recuperó y cuando ya estaba lista y consciente después de esa mini muerte en vida que atravesó, compartió su proceso y sus vivencias en un libro que quedará inmortalizado para siempre.
Su primera edición salió en 2010, estamos a punto de cumplir 13 años de ello. Yo tenía 18 años cuando salió a la luz. Iniciaba la carrera de psicología en Puebla. De hecho, lo compré justo allá. Este libro tiene años conmigo, sinceramente ya recordaba muy poco de él, por eso, para escribir la reseña, decidí leerlo de nuevo.
Y justo porque la última reseña que ya les compartí en el blog, es del más reciente libro de la misma autora, se llama “Ciudad de Mujeres”, una novela que tiene lugar en Nueva York.
Pero bueno, regresemos a “Comer, Rezar, Amar”.
Empecemos con Italia: aquí aprendí que existe algo llamado “intercambio tándem” donde te reúnes con alguien para practicar un nuevo idioma. Que las y los franceses realmente saben experimentar placer sin culpa. Tomé nota de los mejores lugares para comer, por ejemplo, ya sé que el mejor gelato de Roma lo venden en II Gelato di San Crispino, que existe un sabor de helado de pastel de arroz, que cuando vayas a Roma tienes que visitar el panteón Augusteum, que en Nápoles venden las mejores pizzas del mundo, específicamente en La Pizzeria de Michele, que la salsa boloñesa es de Bolonia. Que cada ciudad tiene una palabra (tú la escoges). Que tienes que visitar Sicilia porque ahí se inventó la retórica y era el lugar favorito de Platón para hacer experimentos utópicos. Aprendí que no tienes que “ganarte” el derecho al disfrute, al placer y la felicidad, ya es nuestro. Ya nos pertenece.
De India: aprendí que las maestras, maestros y gurús realmente nos enseñan porque nos rebelan nuestra propia grandeza oculta, que el caos nunca beneficia a nadie. Que la oración es el acto de hablar con Dios, mientras que la meditación es el acto de escuchar. Que todas las personas vamos a experimentar un “shaktipat”: una especie de iniciación divina, liberación, iniciación y viaje espiritual; no te preocupes, lo vas a sentir, esa energía llegará. Y si ya estás ahí, felicidades. Aprendí que en algún momento todas y todos experimentamos una crisis metafísica, cuando nos damos cuenta de nuestra mortalidad y de la de quienes amamos. Descubrí que quiero conocer mi carta astral. Recordé que todo lo incómodo y lo hermoso de la vida pasa. Que cuando más pones de tu parte, más provecho le sacas a las experiencias y que con disciplina, una buena rutina y disposición, puedes alcanzar tus metas. Que existe un cuarto nivel de consciencia llamado turiya que es el que te ayuda, por ejemplo, a recordar lo que soñaste. Que Dios es más que nuestras limitadas doctrinas religiosas. Y que los seres humanos necesitamos ritos como salvaguardas de nuestras alegrías y dolores, por eso existen las bodas y los velorios, y por eso siempre, debes tener tu propio rito. Lo puedes creer tú misma, pero ya cierra ese obscuro capítulo de tu vida. Haz el rito.
Y de Indonesia: aprendí que en Bali te llamas según el orden que nazcas, que hay que dejar que nuestra intuición y consciencia nos guíen, que las sonrisas llaman a la buena energía, que las y los balineses creen que siempre te acompañan cuatro hermanos: inteligencia, amistad, fuerza y poesía. Que Bali es un paraíso hermoso, pero al mismo tiempo es un patriarcado puro y rudo. Aprendí que nuestra felicidad es un regalo que hacemos al mundo, porque siendo felices no creamos caos y estamos libres para servir a otros y disfrutar de ellas y ellos. Que llega un momento de tu vida que tienes que desempolvar algunos aspectos de tu personalidad que tenías olvidados. Que cuando eres una mediadora del amor de Dios en la tierra, siempre sabrás lo que tienes que hacer, pues el intelecto se detiene para dar paso a la intuición. Que cuando te lanzas al mundo para arreglar tu vida, acabas ayudando a todas y todos a través de actos de generosidad global. Que la posibilidad de una nueva oportunidad siempre llega y que estar en una relación de pareja, no significa perder tu libertad creativa y social.
Por cierto, otra vez pasó. En esta lectura encontré a una colega justo como yo, Deborah una amiga de la autora es psicóloga, escritora y teórica feminista. Espero conocer a ambas muy pronto.
Concluyo compartiendo algunos datos que me encantaron de la autora: ella misma se nombre feminista en este libro, ha leído y cita a Virginia Woolf. Tiene un enorme sentido del humor, que conserva en todas sus creaciones literarias. Su determinación, pues ella siempre tuvo muy claro que no quería ejercer su maternidad, más bien quería comprarse una caja de lápices, aprender un nuevo idioma, viajar por Italia, India e Indonesia y escribir sobre ello.
Lo tenía muy claro y lo logró.
Gracias por esa inspiración. 2023, aquí vamos. Con más claridad, más rumbo y con un corazón más resiliente.
Gracias por leer, con amor, Yuli Zuarth.
Frases favoritas
Era el momento de buscar esa paz terapéutica que solo se encuentra en soledad.
Llorando tanto, de hecho, que en las baldosas del suelo del cuarto de baño se estaba formando un enorme lago de lágrimas y mocos.
Él seguía siendo mi faro como mi albatros. Lo único que me parecía tan impensable como irme era quedarme.
Me había quedado totalmente vacía de sufrimiento, como si me lo hubieran aspirado.
Quiero estar con Dios siempre.
Viajar es el gran amor de mi vida. Mi amor por el viaje es constante y fiel. Porque lo adoro. Porque es mío. Porque es clavado a mí.
Lo de estudiar me hace mucha ilusión. Tengo alma de estudiante.
Soy más fuerte que depresión y más valiente que soledad y no hay nada que pueda acabar conmigo.
¿Quién de nosotros vive sin hacer ciertos sacrificios?
No te disculpes por llorar. Sin sentimientos no somos más que robots.
Lo único que me da miedo es que mi hijo se haga republicano.
Me he dado cuenta de que puedo ir a donde me dé la gana.
Te han dado la vida y tienes la obligación (y el derecho, como ser humano que eres) de hallar la belleza de la vida por mínima que sea.
Todas las religiones del mundo tienen un hilo espiritual y estos hilos se persiguen entre si incansablemente, buscando la unión.
No estoy rezando, sino que me he convertido en una oración.
Era tan feliz que le costaba creerlo.
Si hubiera algo de justicia en la vida, sería famosísimo.
¿Por qué está así de loca la vida?
Los seres humanos nacen, con igual capacidad para la contracción que para la expansión.
Todo lo que tenía que suceder, sucede.
Es la primera vez en mi vida que no me agobia estar viva en un mundo como este.
La felicidad es consecuencia de un esfuerzo personal.
El final es el mismo, así que mejor si el viaje es feliz.
¿Qué es esta vida? ¿Tú la entiendes? Yo, no.
Es una buena señal, que te rompan el corazón. Quiere decir que has hecho un esfuerzo.
¿Cuántas noches me quedan de dormir sin ti?
Perder el equilibro por amor es parte de una vida equilibrada.
Si me lo cuentas despacio, lo entenderé más deprisa.
Deberías conservar esa libertad todo lo que puedas.
¿Qué futuros posibles nos esperan?
Toda la tristeza de la vida humana la producen las palabras, pero toda la alegría también.
Me quedé vacía. Miré dentro de mi corazón y me asombró lo grande que me pareció. Le quedaba mucho espacio para la bondad. Sabía que mi corazón podía haber recibido y perdonado aún más. Su amor era infinito.
A mí no me ha salvado ningún príncipe, de mi rescate me he encargado yo sola.
Que padre poder recorrer el mundo y sanar el proceso, ha de ver sido un golpe duro, perder cuando crees que todo marcha bien, comer, rezar y amar, es lo que hace cada día, escucho las palabras de mi madre, a mediados de diciembre, me cuenta de muchos lugares del mundo y todo a través de la lectura y la importancia de cultivarse, entre llantos y soledad un libro de conny mendes llegó a mis manos estaba en 4 semestre de la prepa, metafisica 4 en 1, otro mundo se abrió, que te rompan el corazón es complejo y doloroso, la timidez y ser opaco cuanto todos brillan, he perdido tanto, que comer es un placer, rezar es un háb…