Este pequeño libro es un recuento histórico de una verdad que muy pocas personas se atreverán a aceptar: si quieres cambiar la historia, siempre cargarás el peso de traicionar a un grupo.
Yo, como feminista, soy traicionera para los conservadores, y ya hice las pases con eso, el libro me ayudó a reforzar esta idea que ya venía dando vueltas desde hace mucho en mi cabeza, y llegó a mí como un regalo de un muy buen amigo que me dijo: “si vas a andar en esto de la política, tienes que estar muy reforzada” este fue el primero, el segundo, ya luego lo conocerán, en próximas reseñas.
“Elogio de la traición” nos va dando ejemplos de grandes personajes en la historia que tuvieron que traicionar algún grupo/idea con tal de buscar algo más grande: el bien común o ideales como la democracia, la justicia y la igualdad.
Lo que nos encanta a las personas progresistas!
Con esta lectura recordé también, la importancia del pragmatismo y de saber adaptarnos a los tiempos y circunstancias políticas, al momento que estamos viviendo y lo que el mundo exige ahora: “en un universo de complejidad creciente, la rigidez provoca grietas, mientras que el pragmatismo permite enfrentar los obstáculos, superar bloqueos…”
Tengamos intuición de las transformaciones en curso, no a la rigidez, sí al pragmatismo (anótenle conservadores).
Al terminar el libro, te das cuenta que la traición no es tan mala como el término per se y toda la carga negativa que conlleva, más bien “es una necesidad imperiosa en los desarrollados, es lo que permite administrar el tiempo y los periodos sociales” y es que claro, no soy una traicionera si lucho contra los que se oponen al derecho de las mujeres a decidir, tal vez para ellos sí, pero la historia nos dará la razón.
Y prefiero ser una traidora ante los conservadores a ser una cobarde que no habló, no alzó la voz, no luchó y permaneció inmóvil y tibia ante los sucesos actuales: “la tradición, a diferencia de la cobardía, evita las rupturas y fracturas y permite garantizar la continuidad de las sociedades democráticas”.
Dicen los autores: “De la negación y seducción de los traidores dependen el progreso de nuestras sociedades y libertades”, OMG, qué fuerte y qué bonito, sigamos entonces, negando las ideas conservaduristas y seduciendo las progresistas.
Porque una persona traidora es aquella que sobrelleva el peso de la historia… y estamos dispuestas. Decía Raymond Aron: “La traición es la gran arma de los amigos de la libertad contra la tiranía”.
Comparten también, que la traición es el oxigeno de la democracia, rompe el cerco de la tiranía, al grado que nombran al sistema de la traición, como el sistema democrático, amé eso.
La traición viste el respetable disfraz de la apertura, es el juego principal de las y los políticos, por ello, la razón de ser en un país democrático es saber adaptarse a los cambios perpetuos.
Aprendí que el arte de la anticipación, requiere valentía porque “el político que espera demasiado para estar seguro de sus actos, corre el riesgo de perder la oportunidad de dominar el curso de los acontecimientos” y “Si quiere ejercer su derecho preferencial sobre el futuro, su primera tareas es renegar sobre sí mismo”.
Lo mismo con la improvisación, aprender a abrazar el improvisar, decían “creo en las virtudes de la improvisación, la cual, es un ejercicio prolongado, porque la traición, siempre va en el sentido de la adaptación a las necesidades imperiosas del presente y la anticipación del futuro.
De igual forma, el espíritu pragmático es una cualidad esencial para el arte de gobernar, “debemos ir tomando como un taxi político las reivindicaciones y aspiraciones sucesivas, imprescindibles, a veces caprichosas de la sociedad…”
Algo que sí me brincó del libro fue la siguiente frase: “Los políticos que desean convertirse en estadistas deben matar algo en sí mismos, mutilarse, amputarse”… se comprometen a asumir, por adelantado, una enorme responsabilidad. El costo del poder: dejar el corazón en el guardarropa”, no estoy de acuerdo con esto, ya lo dijo nuestra presidenta Claudia Sheinbaum en su discurso del zócalo el día que tomó protesta, el 1 de octubre: “la política se hace con amor”, eso hacemos las mujeres y por eso estamos cambiando la historia.
Conservadores, esto va para ustedes: “no se gobierna una ciudad con leyes de bronce y principios eternos, salvo que se prefiera la tiranía al proceso democrático” ya adáptense a los cambios, a que las leyes se transforman y modifican con base en los tiempos que vivimos. Por eso gobernar es ante todo, traicionar al grupo que se opone a tus ideales.
Y después de esto me cayó el veinte, exactamente en la página 37 del libro: las feministas traicionamos todos los días a los conservadores, a los fachos, a los que no quieren cambios.
Los autores comparten, como les comenté, hechos históricos de grandes traiciones, por ejemplo: Cristo levantó su imperio a partir de la denuncia de Judas, Jesús la anuncia y revela la profecía que da lugar al mito: lo crucificarán y resucitará a los 3 días, entonces, ¿Qué sería la pasión y la gloria de Cristo sin la traición de Judas y la negación de Pedro?
El acto de Judas (traición) es el origen de la crucifixión y por ende, la resurrección que cimientan la gloria eterna. Por ello, comentan que la negación es una forma superior de gobernar y un traidor es un acelerador indispensable que se conoce en el tiempo.
La traición es siempre un factor fundamental que altera el orden establecido, acelera las transformaciones y genera evoluciones. No existe la legitimidad incuestionable: en política, innovar es siempre traicionar, un traidor, es un acelerador.
En la historia, las traiciones son el medio para evitar las regresiones, así actuó Luis XI que con su traición, aceleró la historia fundando la nación del Estado, porque así actúan los constructores de imperios y estados: su política se forja en las aguas turbulentas de la traición.
Y es que todo cambio radical de las condiciones de gobierno, transforma a miles de seres humanos en traidores, por ejemplo, ¿qué pasó con el exilio de protestantes franceses? Se fueron y fundaron bancos en Ginebra, catedrales en Berlín y empujaron a Presidentes en Estados Unidos.
Otro ejemplo: Washington es el símbolo de la negación que comienza con la guerra de independencia, es decir, de la traición a Inglaterra. Bonaparte también fue un traidor, traicionó a la República, instaurando el Imperio “Yo soy la revolución y la revolución ha terminado”.
¿Quién juzga a las y los traidores? La historia, “el tribunal impecable de la historia, el único que los traidores reconocen”, en escalas grandes saben que la grandeza será suya, por eso permanece estoicos, aunque “el juicio del momento de la razón al moralista y no al gran traidor, pero sabe que solo el tiempo le dará la razón”.
Otro ejemplo, Margaret Tatcher, con la guerra de las Malvinas, traicionó principios pero regresó la democracia a Argentina.
Si tuviéramos que elegir entre ser déspota o traidora, prefiero lo segundo, porque el déspota es inmovilismo y conservadurismo, mientras que las y los traidores no tememos al movimiento social y cambiamos el rumbo de la historia, los tiranos y déspotas se oponen al movimiento, por eso persiguen y condenan a los traidores, que son quienes desestabilizamos sus gobiernos inmóviles, el déspota rechaza y teme al cambio (conservadores), tal cual.
Por eso siempre rechazamos la tentación del inmovilismo y preferimos el riesgo del movimiento.
La o el traidor histórico nunca puede ser una persona de retrocesos, porque atenta contra un régimen establecido para instaurar uno nuevo, que marca un jalón en la aventura de la nueva humanidad, los traidores históricos son fundadores de estados, destruyen antiguas estructuras, se oponen a poderes arraigados, se mofan de antiguas tradiciones, son fuerzas de lo unificado, ante fuerzas de lo primitivo.
De hecho, el ser humano se vio obligado a traicionar para salir de los sistemas arcaicos primitivos: comparten como Adan y Eva, pudieron haber rechazado la manzana pero no, ambos decidieron ser traidores para avanzar.
Salir de lo establecido es construir, experimentar y avanzar, algunos en lugar de avanzar (traicionar creencias establecidas) prefieren limitarse a sobrevivir, sin responder al llamado del avance del mundo, y son estas ideologías totalitarias (como vimos con Hitler) las que tratan de “devolver el mundo a su lugar”, pero solo viven desde la supervivencia “el mundo no tiene un lugar, el mundo es siempre avance, dinamismo y movimiento”, amé esto.
Por eso las traidores resaltamos las diferencias, la novedad, lo efímero, elegimos lo libre, escribimos pluralidad de historias, por eso somos herederas de las grandes traiciones, no juzgamos el presente, con los rumores del pasado, como lo hacen los moralistas.
Porque “detrás de lo eterno, del culto del pasado, de la moral, solo está la muerte”, para quienes optamos por la vida, la traición es una necesidad.
Como fue por ejemplo, cuando después de que traicionamos la idea de que el poder estaba en los dioses, nos regresó el poder a nosotrxs, los humanos, y entonces el poder se volvió deseo, se humanizó.
¿Y saben quién sí es un tirano? Quien se lanza contra los traidores, por su temor al tiempo, al cambio, a las aspiraciones, los tiranos viven temiendo “las conspiraciones”.
Aristóteles decía que jamás se basaba en los dogmas, se basaba en la experiencia, porque creer en las propias promesas es mostrarse caprichoso o ingenuo y porque el pasado no puede servir de guía y las ideas del presente son insuficientes para el futuro. En política, para quien elige el camino de la libertad, el pragmatismo es la única religión.
Dicen los autores que la democracia es el sistema de la traición y “Mientras haya traidores la primavera podrá volver a florecer y el mapa de la democracia a ser una realidad en las tierras donde acecha el tirano” y qué hermoso que nombran a la democracia como el sistema en el que el pueblo ejerce su soberanía por medio de sus representantes, quienes son el reflejo de los deseos del país.
Y con la democracia la ley es justa porque obra de un pueblo igualado, por eso se debe discutir en grandes asambleas populares.
Comparten entonces, que el espíritu de la ultramodernidad es el pragmatismo: quien aspire a seguir activo en las democracias debe dotarse de un espíritu nuevo, del pragmatismo, porque al fascismo no se le detiene con palabras, hay que ir a la acción, no dejemos que los tiranos se rían de nuestra ingenuidad, hagamos que la Constitución tenga vida.
Permitamos que la humanidad siga en la búsqueda de su autonomía, porque no es que los países adelantados opten por la democracia, sino que la democracia hace que los países sean adelantados.
Los pueblos que no viven en democracia (en el sistema de traición según los autores) siguen retrasándose en su vivir bien, por eso el porvenir, pertenece a las y los traidores….
El propio Gandhi aceptó ser un traidor, buscaba la democracia, traicionó la tiranía, por eso, poner en tela de juicio la política democrática y sus traidores, es rechazar el porvenir, jamás se justifica la tiranía, jamás.
Por eso no dialogo con conservadores ni tiranos. Porque la democracia es un lujo, igual que la vida.
Ningún tirano podrá impedir el continuo renacer de la esperanza!
Porque las y los traidores somos los individuos de la historia buscando derechos, arrojando los dados y por eso nos tachan de cínicos, a nosotras, que damos sentido no solo a nuestra vida, sino también a nuestras causas y a la ciudad, nos tachan de intransigentes, cuando hacemos del compromiso un culto, nos tachan de no tener fe y ley, cuando creemos en la ley y proyectamos nuestra fe política sobre las y los individuos.
Pero recibimos los ataques con ecuanimidad, es parte de nuestro gran estilo, y esa actitud frente a los moralizados, nos da ese encanto de seducción en un mundo desencantado (dicen los autores ggg).
Quienes gobiernan no son las palabras, somos nosotras, las personas.
Y por eso, día a día, los tiranos y conservadores no callan nuestras palabras, ni frenan nuestras acciones. Gracias por leer y nos vemos en la próxima reseña, con amor Yuli Zuarth.
Frases favoritas
La demagogia, hija perversa de la democracia
La transparencia derriba los gruesos muros del secreto político
La caracteristica de una gran inteligencia es, como dice Francis Scott Fitzgerald, la capacidad de usar el cerebro manejando dos ideas contradictorias a la vez
Prudencia, la virtud política por excelencia
No seríamos reyes si tuviéramos los sentimientos de los particulares
No existe un gran gobierno sin grandes negaciones
Los compromisos más eficaces suponen las mayores traiciones
El compromiso solo es firme si su adversario más feroz lo acepta y abandona - traiciona - sus convicciones más arraigadas
Sin fuerza y astucia, no hay grandeza
El realismo, decía, es el deber de un gran partido, que no debe fingir que ciertas cosas no han cambiado
Entraba en la aventura como un hombre al que el destino reservaba una suerte inédita
No se puede imaginar una carrera más perfecta de rebelde, que permita prever a un insurrecto más espectacular
Solo ese ser humano podía encauzar las energías de Francia hacia nuevas aventuras
La perpetuación de la traición, es necesaria y es la única portadora del futuro
La astucia es su practica, la paciencia es su arma
Cuando el sistema político no evoluciona en respuesta a las aspiraciones del país, se produce la explosión
Sin traidores no hay competencia, sin competencia no hay democracia
Sin dosis de ilusión y esperanza, la vida sería insoportable
En el baile del poder, el traidor encabeza la danza
La calidad de su paso, revela la de su espíritu
El futuro tendrá sentido
Jamás podrán dejarse llevar por la certeza, sino que deberán aceptar la duda como elemento constitutivo de la humanidad
El cuerpo es la tumba del alma, rechazar la escritura, es rechazar la humanidad
Político que se niega a renegar, se vuelve tirano
La felicidad de la utopía existe
No estudia los libros para comprender el mundo: escudriña el mundo para el mundo, incluidos los libros”
El mundo político es un campo entregado por el creador a los afanes de la inteligencia
La igualdad no tiene sentido sin libertad, sin libertad, el afán de justicia social es una palabra hueca
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