El 29 de julio de 2020 será recordado como el día que México pudo avanzar en materia de derechos humanos de las mujeres, pero 4 personas decidieron que no. Fue muy fácil para ellas darle carpetazo, sin abrir un diálogo y un debate de altura (digno del puesto que ostentan) y que todas esperábamos con ansias.
La prisa con la que tomaron la decisión, dejo notar la incomodidad que el tema les causa. Su argumento (mismo que retomaron muchas personas), se basa en meros tecnicismos legales, que si bien entiendo están en los marcos jurídicos ¿acaso nunca han leído a Alda Facio en su sublime demostración de que todas las leyes tienen sesgos androcéntricos? A todas las personas que defienden a capa y espada esta decisión, leer y entender a Facio, les vendría muy bien.
Le dieron más oxigeno al patriarcado, mismo que está más vivo que nunca, por ejemplo, en los jóvenes que sugieren que “los derechos humanos” de las mujeres se tendrían que “poner a consulta” ¿en serio estas dispuesto a hacer el oso mundial (literal) poniendo “a consulta” un derecho que la ONU te obliga a cumplir? En fin, no sorprende que los defensores más asiduos y los que creen que como ha sido por siglos, pueden controlar los cuerpos de las mujeres, sean los ONVRES.
Y hombres, si tanto les interesa saber del tema, lean, investiguen, documéntense, vean conferencias o tomen algún curso; porque nosotras pasamos muchísimas horas de nuestros días preparándonos e incidiendo en la agenda feminista, hacemos sacrificios, trabajamos para pagarnos una maestría en género, invertimos en libros de feminismo y pasamos por rigurosas pruebas para que nuestras investigaciones y proyectos con perspectiva de género sean aprobados.
Y un vato quiere venir a pedirme en un simple post de Facebook ¡que le explique porque el aborto debe ser legal! Dude, existe el Internet (si es que no quieres comprar un libro) voltea a ver qué pasa en otros países, investiga que dice la Convención de Ginebra sobre el aborto, estoy segura, que te llevarás una grata sorpresa. Porque no, no es deber de nosotras las feministas “educarlos”, “argumentar” y “dar nuestras razones” de porqué creemos que le regalaron un triunfo al conservadurismo.
Y por favor, no dejes que tu religión, te nuble la vista. Puedes creer en Dios, incluso ser católica/o y aun así, defender el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Si no me crees, te invito a ver el trabajo que hacen las compañeras de la asociación civil “Católicas por el Derecho a Decidir” que por cierto, una de sus fundadoras, la activista María Consuelo García Piñeros, obtuvo hace un año la “Medalla Elvia Carrillo Puerto” que otorga el Senado de la República.
Ya les regalé datos que son oro molido: leer a Alda Facio, revisar la Convención de Ginebra, conocer el trabajo de “Católicas por el Derecho a decidir” y la reseña que hoy les compartiré.
¿Y saben cómo llegué a la conclusión de que si un hombre te dice “dame argumentos para convencerme de que la lucha feminista es válida”, es violencia machista? Fue precisamente leyendo esta joya de libro. Fue una de las reflexiones que más me llegaron, antes me estresaba cuando un onvre me cuestionaba por redes sociales, me sudaban las manos, me ponía nerviosa y me clavaba horas en el celular intentando argumentar lo mejor posible para contestarle mediante un Facebook su limitada y pequeña visión machista.
El libro no pudo llegar en mejor momento. No saben cómo retumbaban las palabras de las autoras en mi mente, no tenemos porqué regalarles así como si nada lo que a nosotras (como ya mencioné) nos cuesta horas, esfuerzo, ojeras, desveladas, inversiones, dejar de estar con la familia o las amigas para seguir estudiando y simplemente volcar nuestra vida a la causa feminista y a nuestra preparación profesional.
Y ellos quieren que les regales todo eso en un simple post de Facebook, qué risa. Qué ingenua era cuando les daba ese gusto. A ellos no los tenemos que convencer. Me guardaré mis argumentos para los espacios laborales, para los foros públicos, para cuando arrastre el lápiz en mis proyectos, para mis reseñas y para círculos de reflexión con mujeres.
"No es nuestra obligación explicarles las cosas, nos exigen darles resumidos y digeridos los conocimientos para ver si logramos convencerlos", así lo sostienen Claudia y Eréndira. "Incluso se atreven a decirnos a ver explícame o te voy a dejar que me expliques, como si tuviéramos que agradecerles su amable gesto de estar interesados en la lucha feminista.
“Estas pseudo discusiones revelan la indiferencia y pereza para estudiar e informarse de algunos hombres que aparentan estar interesados, en espera de que sean las mujeres quienes hagan el trabajo” (De la Garza y Derbez, 2020, p. 66).
El libro me encantó y lo recomiendo para TODAS las personas, para las mujeres, pero también para los hombres. Para las y los jóvenes, pero también para las y los adultos. Como bien dice Lydia Cacho, se tiene que leer y reflexionar en todas las escuelas, ahí es donde debemos incidir, porque las nuevas generaciones deben crecer libres de estereotipos machistas.
A pesar de que llevó varios años siendo feminista, me cayeron nuevos veintes, como el que ya les compartí. Pero también recordé premisas muy ciertas, como el que los juguetes, la ropa y las emociones no tienen género.
Que primero nos dicen que debemos ser bellas, tiernas y sensuales para gustarle a un hombre y "nos escoja como su esposa", pero si nos pasamos de la raya y somos más sensuales de lo “moralmente” permitido, entonces nos juzgan. En fin, la hipocrecia patriarcal.
Que hemos estado relegadas al espacio privado desde el inicio de la civilización, y cuando nos concedieron salir al espacio público, fue solo a reproducir las labores de servicio y cuidado que hacemos en el hogar.
Que nos hacen creer que los hombres no pueden contener su instinto sexual y las mujeres no pueden experimentar placer por sí solas. Claro que pueden controlar sus “instintos sexuales”, no lo sigan usando de pretexto para lastimar a sus parejas sentimentales.
Que el patriarcado impone la idea de que las mujeres siempre debemos lucir jóvenes y bellas, sin importar el precio que tengamos que pagar. Que nuestro vello es repugnante, que nuestra menstruación es algo que debe permanecer en secreto y que el tema de los anticonceptivos para no embarazarse es algo que solo les compete a las mujeres.
Que cuando una mujer alza la voz y señala lo que le molesta “está en sus días” o “está menopáusica” ¿acaso alguna vez han escuchado que a un hombre le digan que está andropáusico?
Que el hombre ha sido el modelo de todo lo que se ha construido, por ello hasta las leyes son androcéntricas y la justicia es patriarcal.
Que existe la “intuición femenina” pero la “razón del hombre”, a nosotras siempre se nos atribuye lo soft, lo mágico, a ellos el conocimiento.
Me encanta la forma en que las autoras explican el fenómeno de mansplaining o “machoexplicación”, mismo que se da cuando los hombres sienten la necesidad de explicarnos algo sin que se lo pidamos. Y es que, "por más expertas que seamos en el tema, ellos asumen erróneamente que su rol es decir cómo funcionan las cosas, siempre". Muchas veces con descalificaciones como "no sabes de lo que hablas, déjame explicarte”, como si no tuviéramos la capacidad de entender. Les juro que pueden encontrar ejemplos totalmente verídicos de este fenómeno en mi último post de Facebook sobre lo acontecido el 29 de julio.
Recordé también que incluso la psicología se construyó bajo supuestos misóginos ¡en el siglo XIX la histeria femenina se consideraba un padecimiento mental! ¿pueden creerlo?
Recordé que los logros y las luchas de las mujeres del pasado no están en los libros de historia, que la mayoría de las veces anónimo era una mujer y aprendí un dato muy curioso: que la autora de Harry Potter J. K Rowling usaba solamente las iniciales de sus nombres como sugerencia de su casa editorial, pues si sabían que lo había escrito una mujer, las personas lo comprarían en menor medida.
Que se les hace muy fácil desvirtuar nuestras marchas y protestas con el básico discurso de que es malo rayar paredes o mostrar los senos.
Que se debe diferenciar públicamente nuestra edad, relación sentimental y si le pertenecemos o no a un hombre, a nosotras nos llaman “señorita” cuando no estamos casadas y “señora” cuando tenemos hijos o perdemos la juventud y lozanía a los ojos del patriarcado, ¿acaso a ellos los llaman señoritos?
Que cuando se quedan sin argumentos ante nuestros señalamientos nos dicen que “estamos mal cogidas”.
Que el patriarcado, para seguirnos controlando, se inventó una falsa confrontación entre nosotras, con frases como “el peor enemigo de una mujer, es otra mujer”, insisten en que una crítica constructiva hacia alguien de nuestro mismo sexo es violencia, o hasta señalan que si no estás de acuerdo con las ideas de otra mujer, ya eres una “mala e incongruente feminista". Dejen de inventar fantasías patriarcales.
Pues claro, “calladitas”, tiernas, dulces y dóciles nos vemos más bonitas. Al menor pretexto buscarán una salida fácil para invalidar nuestra lucha. Si una mujer es corrupta, puedo señalarlo y no por eso soy una mala feminista. Precisamente el feminismo me ha enseñado que no tengo porque quedarme callada ante lo que considero injusto.
Que ser mujer no significa que traigas un chip secreto en tu cerebro con la perspectiva de género incluida. Recordemos lo que hicieron las dos ministras el 29 de julio, tuvieron en sus manos la oportunidad de empujar una de las luchas más importantes de la cuarta ola del feminismo ¿y que hicieron? darle carpetazo.
Recordé que nos hacen creer que siempre tenemos que estar con una sonrisa dispuestas a escuchar a todo mundo, sanar sus heridas y agradarles, empujar las metas de la pareja y los hijos e hijas, sin importar que nosotras dejemos a un lado las nuestras.
Que han inventado que nacemos con una especie de don natural para las labores del hogar, nada más falso, así también lo plantea Rosario Castellanos en su cuento “Lección de cocina”, léanlo, es magistral.
Recordé que cuando una mujer tiene un pequeño error al volante le dicen “tenía que ser vieja” y también recordé aquella famosa noticia de julio de 2016, cuando en un vuelo de Miami a Buenos Aires de American Airlines anunciaron que quienes piloteaban era mujeres, siete pasajeros decidieron bajarse.
Que el que las mujeres “entren gratis” a un antro o a un bar no es un privilegio, es misoginia. Nos ven como objetos de consumo y nos usan como gancho para que los hombres entren. Que en una pareja heterosexual siempre se asume que el hombre gana más que la mujer y por ende debe pagar la cuenta.
Que han creado una falsa idea de la importancia de la virginidad, para controlar nuestra sexualidad, misma que llega a grados de poner en riesgo nuestra vida al realizar operaciones para reconstruir el himen.
Es tan ridículo el patriarcado que hasta la unión de un hombre y una mujer para formar una familia lo han convertido en un show misógino, basta ver las frases y mitos que envuelven a las bodas, para ellas es “el mejor de su día”, para ellos “es su funeral”, los amigos se “despiden de él”.
Que los celos son violencia, ya que funcionan con base en la creencia de los hombres de que somos su propiedad. Pueden llegar a extremos de recurrir al gaslighting para intentar controlarnos. Que si nos violan es nuestra culpa porque “no nos dimos a respetar”, porque usábamos una falda muy corta o porque nos pasamos de copas, argumentos que re victimizan a las mujeres y dejan a un lado la culpa del agresor, siempre es nuestra culpa.
Recordé que debemos seguir señalando con claridad que los hombres que hacen labores del hogar y de cuidado con las y los hijos “no ayudan”, simplemente asumen la responsabilidad compartida.
Que la sociedad patriarcal asume que todas las mujeres nacimos para ser madres, lo que inyecta una presión social a las mujeres, incluso llegan a sentir que un reloj biológico las persigue para que no se les pase la edad.
Que la lactancia materna es mal vista y debe ser un acto en privado, les dicen que se deben retirar al baño para dar de comer al bebé, a ver ¿tú comerías en el baño?, preguntan las autoras.
Ilustran el acoso que vivimos a diario en las calles. ¡Entiendan que no les pedimos su opinión y aprobación de nuestros cuerpos!
Recordé que una forma en la que los hombres se adueñan del espacio público, es aplicando el manspreading. Que intentan debilitar nuestras denuncias diciendo que “no todos los hombres son iguales” o que incluso debemos tener empatía con el agresor.
Y todoooo lo que les acabo de contar y mucho, mucho más va acompañado por ilustraciones muy fregonas hechas por Eréndira Derbez, una de las autoras.
Amé que utilizan un lenguaje cercano y aterrizado que ayuda a visibilizar todas las violencias que vivimos las mujeres a diario. Dejan muy claro que no existen los “micro machismos” es violencia machista con toda la extensión de la palabra, y no nos vamos a quedar calladas ante ella.
Sé que esta no fue una reseña habitual, también es un mensaje de lucha y protesta, y qué mejor manera de hacerlo acompañada de este libro, el cual llegó en el timing perfecto. Lo había terminado hace unos días y lo tenía pendiente para la reseña, pero con todo lo que está sucediendo, me surgió una fuerza irreconocible, una energía incontenible y una inspiración enviada de otro mundo para escribir. Les juro que me levanté a las 3:24 de la madrugada a redactar mis ideas principales en una nota del celular y durante el día las fui plasmando en lo que acaban de leer.
Te agradezco más que nunca que estés aquí.
Pd. Por cierto, el libro lo compré el Liverpool.
Gracias por leer
Con amor, Yuli Zuarth.
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