Les confieso que nunca me había tardado tanto en terminar un libro, es sumamente largo: tiene 760 páginas.
Y ahí va mi primera recomendación en torno a él: léanlo en un momento de su vida en el que tengan tiempo libre, sobre todo porque cada página requiere toda tu atención y un ambiente de tranquilidad. Yo lo elegí sin saber que justo después entraría a un momento de mi vida lleno de trabajo y haciendo una Maestría a la par, lo que me hacía leer muy pocas páginas cada noche antes de dormir.
Déjenme les cuento que no iba ni en la segunda página y ya me había enamorado de la pluma de Paz, la forma en como describía entusiasmado la vida y obra de nuestra emblemática monja, la forma en como nos daba el contexto de la historia de México antes, durante y después de Sor Juana, algo que sin duda sirvió de mucho para entenderla.
Y justo así se constituye la primera parte del libre, en la historia y contexto de la Nueva España en la que nació y creció Sor Juana, nos da un contexto su nacimiento, niñez, adolescencia y los tristes sucesos que envolvieron a su familia.
Juana Ramírez de Asbaje (su nombre antes de ser monja) nació en San Miguel Nepantla, un municipio del Estado de México, en las faldas del Popocatépetl; específicamente en la Hacienda Nepantla, pero creció en la de Panoayán. El Convento en el que profesó se llamaba San Jerónimo.
Sus padres se separaron, llegó un nuevo amor a la vida de su madre, pero se cree que a lo largo de su vida nunca más tuvo contacto con su padre biológico, porque nunca lo menciona. Paz hace un profundo e interesante análisis de qué pudo significar en la vida de Sor Juana la separación de sus padres y el no tener contacto con él, mucho de lo que podría explicar aspectos que después encontramos en su obra.
Desde pequeña demostró su curiosidad intelectual. No comía queso porque le habían dicho que “entontecía” y a los siete años le dijo a su mamá que la mandase a la Universidad vestida de hombre. Su abuelo fue quien despertó en ella la curiosidad y el amor por los libros.
Trabajó de los 16 a los 20 años al servicio de la virreina en el palacio virreinal, donde creció y aprendió a moverse en esos ambientes, además se dio entre ellas una amistad y conexión espiritual y mental muy fuerte, siempre fue protegida de ella y su esposo.
Después viene el momento crucial: Sor Juana entra al Convento, el 24 de febrero de 1669, iba a cumplir 21 años y pasó 26 años de su vida ahí. El Palacio fue el escalón para el Convento. Nadie había hecho un análisis tan profundo de porque tomó esa decisión. No es que fuera lo que más quisiera, pero dadas las circunstancias de su vida, era el único lugar en el que iba a poder desarrollar su más grande pasión: escribir.
En su época las mujeres no podían ir a la escuela, su destino era o casarse con alguien que no amase y dedicarse al hogar o ser monja y de esa forma estar cerca de muchos libros, tener alcance al conocimiento y poder escribir: ya sabemos que eligió.
Si algo tengo claro (por eso desde que leí este libro tengo una sonrisa interna) es que conozco a profundidad la historia de la primera feminista de América, así la nombró Dorothy Schons. Sor Juana no sabía que lo era, pero abrió brecha para todas las que hoy seguimos su idea de desafiar la misoginia y el cerrado universo masculino.
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis.
Se ha llegado a la conclusión de que Sor Juana fue una de las primeras feministas no solo por haber inmortalizado esta famosa frase, lo demostró además en repetidas ocasiones, siempre se rebeló ante la condición de inferioridad de la mujer, tenía muy claros todos los impedimentos que nos eran impuestos, solo por el hecho de nacer mujer.
“Ni la tontería es exclusiva de las mujeres ni la inteligencia privilegio de los hombres”, dijo una vez Sor Juana.
Pidió públicamente la educación universal para las mujeres, impartida por ancianas letradas en las casas o en instituciones creadas con este fin.
Su obra en si, es una exaltación del espíritu femenino, asi la nombra Paz.
Si aún no me creen, los voy a dejar estas letras escritas por ella misma:
…pero los privados y particulares estudios ¿quién los ha prohibido a las mujeres? ¿No tienen alma racional como los hombres? ¿Pues por qué no gozará el privilegio de la ilustración de las letras con ellas? ¿No es capaz de tanta gracia y gloria de Dios como la suya? ¿Pues por qué no será capaz de tantas noticias y ciencias que es menos? ¿Qué revelación divina, qué determinación de la iglesia, qué dictamen de la razón hizo para nosotras tan severa ley?
Les juro que cuando leí eso se me puso la piel chinita, por eso se los comparto con mucho cariño.
“Pocos seres están tan vivos como ella lo está después de siglos de enterrada” – Octavio Paz
Nunca había leído de una mujer que amase tanto los libros y el conocimiento como Sor Juana, a tal grado que ese profundo amor fue el que marcó el final de su carrera y su injusto escarmiento público por parte de autoridades patriarcales y misóginas que se veían amenazados por ella.
El libro se pone aún mejor en la tercera parte, cuando inicia contándonos de su vida en el Convento, de las relaciones que hacía con su encanto y de como poco a poco empezaron a contratarla para hacer cantos, poemas, villancicos, loas, sonetos, cartas y todo tipo de escritos, se empezó a correr el rumor de que en el Convento San Jerónimo vivía una monja prodigiosa, con talento para las letras, que incluso nunca faltaba quien la llegase a visitar ahí mismo para deleitarse con sus saberes. Creció tanto su fama, que se extendió a España, en donde como sabemos, fueron editados e impresos la gran mayoría de sus obras.
Su crisis del final fue la crisis de Nueva España, la crisis (que hoy en día aún vemos) del machismo y la misogonia. Fue el precio que tuvo que pagar por la defensa de sí misma y de su sexo.
Gracias Sor Juana, por inspirarnos, por dotarnos de valentía. No merecías terminar tus últimos días así, renunciando a lo que más amabas: la palabra.
Su muerte fue triste, una epidemia en el Convento de San Jerónimo se la llevo de este mundo, tan joven, a los 46 años de edad. ¿Cuántas obras no le faltaban por hacer?
Por ti y por todas, nosotras seguiremos la lucha todos los días.
Leer este libro es no solo conocer la vida y obra de Sor Juana es también conocer de cerca la historia política, social y cultural de la Nueva España, si te gusta la historia de México, lo vas a disfrutar muchísimo.
Me quedo con la tarea y el profundo deseo de tres cosas: 1) Leer la “Respuesta a Sor Filotea” 2) Leer “Neptuno Alegorico” 3) Leer “Primo Sueño” y 4) Visitar su primer retrato, hecho por ella misma que se encuentra en un museo de Filadelfia.
Dice Paz que “por su defensa de la libertad y del derecho de las mujeres al saber, Sor Juana nos ha dejado algo no menos precioso que su obra: un ejemplo.
Concluyo diciendo que cuando ya no esté en este mundo, quiero que mi tumba diga esta frase que una vez escribió en un soneto mi querida y admirada Sor Juana: “En las piedras verás el Aquí yace;/mas en los corazones Aquí vive”.
Espero hayan disfrutado esta reseña hecha con mucha dedicación y cariño,
atentamente Yuli Zuarth.
Frases favoritas:
Las ultimas en llegar fueron las mujeres. Pero han reparado el retraso con entusiasmo.
Las ciudades mexicanas nos devuelven la fe en el genio de nuestra gente.
La casa de las ideas es estable, segura, sólida. En este mundo cambiante y feroz, hay un lugar inexpugnable: la biblioteca.
La lectura es peregrinación, un “ir hacia…” El lector no solo descifra las letras si no que camina por los senderos que traza la escritura. Al caminarlos, sale del claustro que lo encierra y vaga por los espacios libres. La lectura es libertad y el lector, al leer, reinventa aquello mismo que lee; participa asi en la creación universal.
Hay que añadir que casi nunca, mientras caminaba entre abismos y desfiladeros, la abandonó la sonrisa.
Vive enamorado de su alma, sin que se haya entibiado este amor con la distancia ni el tiempo.
Tan precisa es la apetencia que a ser amados tenemos, que, aun sabiendo que no sirve, nunca dejarla sabemos.
Desear es la marca del ser incompleto, la señal de la insuficiencia.
Solo el esclavo puede hablar con autoridad de la libertad.
Leer es ocupación pasiva: escribir es lo contrario de “enterrar su nombre” en la obscuridad de un monasterio: es salir a la luz pública y, aunque el autor no lo quiera, distinguirse. Pero la distinción siempre acarrea castigos: la regla de este bajo mundo “es aborrecer al que se señala porque desluce a los otros. Así sucede y así sucedió siempre”. El odio de los fariseos hacia Cristo nació de la envidia. Cualquier superioridad, sea de dignidad, nobleza, riqueza, hermosura o ciencia, padece esta pensión, pero la que con más rigor la experimenta es la del entendimiento.
Todo su ser estaba tendido hacia el exterior, hacia los quehaceres y luchas de este mundo.
La cultura es libertad e imaginación.
Casi siempre dijo lo que tenía que decir. Lo que solo ella podía decir.
Comprender es algo más que entender: significa abrazar, en el sentido físico y también en el espiritual.
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